-Patronio, he de hacer en este día tantas cosas acumuladas que por muy largo que es el día, necesito dos de estos para terminarlas todas, o bien más manos que falta de ellas tengo. Os ruego que me digáis alguna forma de aprovechar el día y poder buscar tiempo para todas estas tareas.
-Señor Conde Lucanor- le respondió Patronio-, he de decirle que una vez conocí a un señor, trabajaba día y noche sin parar, mas pocas horas dedicaba a comer y dormir. Cada día al alba se despertaba, pues según el, sus tierras no se araban solas, ni sus bestias se alimentaban solas. Nadie sabía de todas esas cosas que tenía obligación de hacer, pero día tras día al cantar de los gallos en pie estaba. Cosa que cuando anochecía se iba a su resguardo, pues a la mañana siguiente comenzaba otro iual.
<< Señor Conde, le digo, que no por mucho madrugar amanece más temprano, pues un día tiene veinticuatro horas, y no más por mucho que lo desee. Aunque tantas cosas tenga que hacer, acuérdese de esto.